Descripción del problema
Tenerife, como el resto de Islas Canarias, ha experimentado un rápido crecimiento territorial debido al atractivo clima, paisajes y calidad de vida. Sin embargo, este desarrollo no ha ido acompañado de una evolución acorde en las infraestructuras de transporte, generando serios problemas de movilidad.
Desde un enfoque técnico, la principal problemática radica en el uso inadecuado de las infraestructuras viarias, particularmente las autopistas, que están siendo empleadas para cubrir distancias cortas. Esto se debe a que sus usuarios, ya sea por desconocimiento de otras rutas o por la inexistencia de ellas, se ven condicionados para emplearlas de este modo, motivados por el propio diseño de las autopistas, que cuentan con un exceso de salidas e incorporaciones que dificultan el flujo rápido y ágil de la circulación que debería caracterizar a esta tipología de vía.
En términos funcionales, las autopistas están concebidas para favorecer desplazamientos de larga distancia a altas velocidades, maximizando el flujo vehicular con comodidad y seguridad. No obstante, en Tenerife estas vías se han convertido en sustitutos de las carreteras convencionales, diseñadas para conexiones locales y traslados más cortos. Este uso indebido provoca una sobrecarga constante, generando retenciones que disminuyen su eficiencia y aumentan los tiempos de viaje de forma significativa.
A la par, las carreteras secundarias, diseñadas para asumir el tráfico local y descongestionar las autopistas, están infrautilizadas. Esto no solo refleja un desequilibrio en el uso de las infraestructuras viarias, sino que también evidencia la necesidad de repensar el sistema de movilidad de la isla. La falta de planificación adecuada ha resultado en un sistema desarticulado, donde se sobreexplotan unas infraestructuras mientras otras permanecen subutilizadas.
En definitiva, en la isla se ha cometido el error de priorizar la comodidad de las poblaciones —desde el punto de vista de la accesibilidad, ya que se ha pretendido que todas ellas posean una incorporación y salida directa para el uso de sus habitantes de la infraestructura viaria— frente a la eficacia del sistema; como consecuencia, los desplazamientos cotidianos en Tenerife se encuentran marcados por congestiones crónicas rutinarias y el consecuente deterioro de la calidad de vida de los residentes.
Propuesta de solución
El sistema viario de Tenerife enfrenta un desequilibrio entre movilidad y accesibilidad. Las autopistas, diseñadas para favorecer desplazamientos rápidos y de larga distancia, están sobreexplotadas debido a la abundancia de entradas y salidas que las conectan directamente con numerosos núcleos poblacionales locales. Esta configuración reduce su capacidad, aumenta la congestión y desvirtúa su función principal. Para abordar este problema se propone una solución integral basada en tres estrategias principales.
Primero, se debe limitar el número de accesos en las autopistas principales, como la TF-1 y la TF-5. Disminuyendo el número de entradas y salidas estratégicamente en puntos clave, se reducirá la saturación derivada de desplazamientos cortos y se mejorará el flujo vehicular. Esto permitirá que las autopistas cumplan su función original de conectar puntos distantes de la isla de forma más eficiente y rápida. A pesar de ello, es fundamental garantizar que las comunidades locales mantengan una conectividad adecuada a través de alternativas viarias.
En segundo lugar, es esencial fortalecer las vías secundarias. Estas carreteras están diseñadas para la accesibilidad local y deben asumir el tráfico de corto alcance. Para lograrlo, se propone mejorar su infraestructura ampliando su capacidad y reforzando su mantenimiento. También es importante optimizar su señalización y favorecer su conexión con puntos clave de la red viaria para hacerlas más atractivas y funcionales.
Finalmente, se plantea la instalación de paneles inteligentes en las autopistas para gestionar dinámicamente el tráfico. Estos sistemas permitirán informar en tiempo real sobre la densidad vehicular, recomendar desvíos hacia vías secundarias y optimizar el uso de los carriles, según las condiciones de circulación. De esta manera, los conductores podrán tomar decisiones más acertadas y reducir los tiempos de desplazamiento.
En conclusión, las tres medidas deben ponerse en práctica simultáneamente para lograr solucionar, en parte —ya que la eliminación del problema solo podrá conseguirse con la cooperación de estas y otras muchas más medidas, y solo podrá mitigarse brevemente con la aplicación de las aquí mencionadas—, las dificultades de movilidad en la isla.